miércoles, 2 de diciembre de 2009

Mención

La historieta "Matías el Telegrafista", adaptación del cuento del mismo nombre, fue mencionada en el concurso convocado por el Ministerio de Educación y Cultura con motivo del centenario de Juan Carlos Onetti.
El Primer Premio fue otorgado a la obra "Esberj, en la Costa", de Matías Bergara y Rodolfo Santullo. El Segundo Premio lo obtuvo "Un Sueño Realizado", de Renzo Vaira.
También fue mencionada la historieta "Mascarada", de Aldo Pérez y Daniel Morales.

Presentación del Libro

El viernes 18 de diciembre de 2009 se presentan en el Centro Cultural de España los resultados del Concurso de Historietas sobre la obra de Juan Carlos Onetti, con motivo de los 100 años de su nacimiento.

Santa María



¿Dónde está Santa María? ¿Es Montevideo? ¿Buenos Aires?
Yo tengo mi propia respuesta: Santa María es Nueva Helvecia. Pero llevada a orillas del Río Uruguay.
La pista me la dio el bar Berna. Para mí, desde chico, Berna es el nombre de la radio de Nueva Helvecia. Aunque ahora se llama "Emisora Regional del Oeste" o algo así, todos los viejos de la región la conocen como "Radio Berna". Otra pista puede ser que la plaza principal de la ciudad es de las pocas en el país que no tienen a Artigas en el centro, sino el monumento a los colonos, así como en Santa María está el propio Brausen.
En la historia de Matías aparece un escenario importante de Santa María, el que a Nueva Helvecia le falta: el puerto. Es un puerto de embarque de granos y de lana. Un puerto fluvial, algo que lo diferencia de Montevideo. Es la época de Iriarte Borda, lo que situaría la acción en Uruguay. El puerto es lo suficientemente grande como para que operen paquebotes transatlánticos como el "Anchorena", seguramente bautizado por el millonario argentino Aarón de Anchorena.

Matías vivía, antes de embarcarse, en el pueblo de Pujato. En algunas partes del cuento Pujato aparece como ubicado en "Salto" y otras como cercano a Santa María. Esta oscilación entre la realidad y la ficción sería aún mayor si tomamos en cuenta el verdadero pueblo de Pujato, situado en la Provincia de Santa Fé, cerca de Rosario, también llamado "Colonia Clodomira".
El ambiente de Santa María no es el de una metrópolis como Buenos Aires, ni siquiera como Montevideo. Es una ciudad mesopotámica, fluvial, rodeada de colonias agrícolas. Sus hijos no tienen interés en conocer el mundo, sólo aspiran a un cargo en el telégrafo.

Adaptando a Onetti

¿Cuál es la esencia de adaptar una obra literaria a un género bastardo como la historieta?

Visto desde el mundo de las letras, la empresa de adaptar un texto, en este caso tan denso como cualquiera de los de Onetti, provoca cierta extrañeza. A veces no se percibe el objeto de acarrear contenidos, imágenes y recursos retóricos que ya se consideran exitosos a un nuevo medio en el que, con suerte, no serán más que un reflejo de lo que eran. Transformar una descripción literaria de un rostro o de un ambiente en un dibujo parece una reducción en el volumen de información. Y llevar un cuento de cuatro mil palabras a apenas 10 carillas de historieta parece una tarea propia del Reader's Digest. Para quienes son ajenos al mundo del relato gráfico o "historieta" (un diminutivo por el que tengo un inexplicable cariño), sigue siendo cierto que mil palabras valen más que una imagen.
No quiero decir que esta visión sea errónea. Creo que es tan válida como la que tenemos quienes hacemos historietas.
Visto desde el mundo del "comic" (anglicismo que es mejor no traducir), la adaptación de obras literarias ha sido siempre una forma de legitimar nuestro medio. Es una especie de prueba de admisión al mundo de las letras. Si una historieta es capaz de trasmitir el contenido de un cuento de Onetti, entonces quién se atreve a llamarla de "género menor".
Por otro lado, hay quienes destacan el valor de difusión que tienen las adaptaciones. Partiendo del supuesto que las obras literarias de fuste son difíciles de abarcar por un lector promedio, una historieta puede ser un escalón menos empinado, paso previo al disfrute de la verdadera creación literaria.
No vale la pena discutir sobre la jerarquía de los géneros artísticos. Creo que a esta altura del siglo XXI nadie necesita demostrar nada. Me preocupa más la segunda suposición, que los hechos demuestran que es falsa. Hay personas que leen mucho y personas que leen poco. Hay quienes desde niños devoran libros de cualquier tamaño y quienes sólo leen historietas toda su vida. Hay quienes leen todo tipo de géneros y quienes se limitan a los más fáciles de leer. Y no siempre una historieta es fácil de leer.
Opino que un relato gráfico debe tener valor artístico en sí mismo, no como puerta de entrada ni como versión taquigráfica de una obra mayor.
¿Qué me llevó entonces a encarar la adaptación de un cuento de Onetti a historieta? Fue más que nada un ejercicio de lectura. Mediante la lectura atenta, buscando lo implícito y lo sugerido por Onetti, elegí algunos hechos y los dispuse en 10 páginas, rodeándolos de otros hechos e imágenes de mi propia cosecha, buscando dar pistas sobre mi lectura personal del cuento.
Quizás la idea principal que quise mostrar es el contraste entre dos mundos, uno dinámico y confiado en sí mismo y otro dubitativo y conservador. El hecho que ese Hamburgo tecnológico fuera el de 1900 y no el de la segunda mitad del siglo XX me pareció una genialidad de Onetti, con su capacidad para orillar los lugares comunes sin caer nunca en ellos.
La historieta tiene sus propias reglas. Si bien acepta diferentes tipos de discurso, su ritmo narrativo está marcado por la acción de los personajes. No sería para mí una buena adaptación aquélla en que los personajes no hicieran nada y se limitaran a hablar. Este cuento es el relato de un "sucedido"; el narrador desaparece dejando lugar a la acción que ocurre en su memoria. Quedan los hechos, que como aclara el propio narrador "no significan nada", porque siempre habrá algo detrás, hasta el fondo definitivo que no alcanzaremos nunca.